¿Es nuestra tarea salvar la Semana Santa? Nueve argumentos contra la izquierda confesional – Carlos Rios

Niños procesionando en patios de centros educativos (la mayoría privados), un presidente de la Junta que visita al Papa para hablar de la sequíai, uniformes de la Legión acompañando a cristos y vírgenes desde Huelva hasta Almeríaii, administraciones públicas invitando a que los centros educativos hagan “visitas a capillas” o recreen “un museo cofrade”iii… La pregunta con la que abrimos este artículo se contestaría por sí misma. No necesitaría mayor explicación si no fuera porque, desde hace algunos años, a este ambiente conocido de avance de posiciones del confesionalismo y el conservadurismo se le suma una izquierda reformista que cree que, asociándose con las visiones confesionales, ganará votos. Una corriente perceptible en Andalucía que aboga por “una Semana Santa del pueblo”iv estableciendo, se supone, una disputa con los sectores de creyentes más ultras.

Estos llamados siempre se han ubicado en el campo de la izquierda socialdemócrata. Nunca he hecho demasiado caso a estas posiciones entreguistasv que, a mi juicio, hablan “con una pared”. En mis entornos sociopolíticos han provocado las más de las veces sorna, mezclada con cierto asombro por ese tacticismo descarado que busca ganarse en las trabajaderas esta semana lo que pierde el resto del año legitimando, de distintas formas, la explotación asalariada y el Estado español. Pero en el ambiente actual parece necesario concretar algunos términos del debate. No sobre la Semana de Pasión, en tanto que eso le corresponde a quienes participan en ella, sino sobre la actitud de la Andalucía revolucionaria frente a la misma.

Es necesario porque la tesis arriba explicitada se ha convertido en uno de los elementos identificativos del reformismo andaluz -que tanto amplifica la prensa- en sus distintas versiones. Especialmente ha hecho gala de este confesionalismo Adelante Andalucía en los últimos tiempos. En una búsqueda de elementos diferenciadores de su casa matriz -la izquierda estatalista de toda la vida- ha agarrado esta interpretación ya antigua con la intención de hacerla suya. Unos y otros corren a abrazarse a pasos y capirotes de este evento masivo en nuestro país. Sin embargo esta lectura no es nueva, salió de las facultades de antropología andaluzas hace décadas y sólo ha sido útil al PSOE, conforme a su carácter de pilar esencial del Estado español post/neofranquista. Y tampoco es novedosa puesto que en las juventudes del PCE, por ejemplo, ya se manejan desde años estas posiciones. El objetivo no parece ser otro que conectar con las amplias capas populares que sí participan activamente en estos fastos que duran 10 días.

Habida cuenta del grado de alienación colectiva, probablemente haya muchas jóvenes andaluzas politizadas en los últimos años que puedan haberse convencido de que la reivindicación de la cultura popular andaluza implica reivindicar la tradición católica de la Semana Santa. Nada más lejos de la realidad. Para empezar, porque quienes llaman a salvar o disputar la Semana Santa ocultan, tras su factor popular, los otros muchos factores que la componen.

Efectivamente la Semana Santa puede ser considerada un ritual o celebración popular. Imposible negarlo, habida cuenta de las miles de personas que en cualquier ciudad o pueblo andaluz participan en ella. Tan popular, por otra parte, como el gobierno del sociópata Moreno Bonilla que contó con los sufragios de 1.589.272 andaluzas sin que ninguna “izquierda” nos llame a disputar o salvar el Partido Popular. Y es que este es casi el único argumento de quienes nos animan a salvar o disputar la Semana Santa al catolicismo más conservador. Una evidencia tras la que se parapetan, manifestando su incapacidad para asumir -a la luz de todos los demás aspectos que componen estas celebraciones- las insostenibles contradicciones de su posición política.

Vamos a intentar describir estos aspectos en las líneas siguientes para concluir con una perspectiva general sobre las tareas del Pueblo Trabajador Andaluz en cuanto a la Semana Santa.

Hablar de esta cuestión requiere ciertas aclaraciones personales a riesgo de ser acusado de falta de empatía, desconocimiento o cualquier otra descalificación. Vaya por delante que, nacido y criado en una familia andaluza común, mis vivencias sobre este fenómeno han podido ser las de cualquier lectora o lector, más allá de haber mamado -en mi infancia- un sano anticlericalismo que es corriente en muchos hogares obreros andaluces. Me crié en esa parte del Pueblo Trabajador Andaluz que mira con cierta distancia y poco interés, cuando no ignora abiertamente, el fenómeno de la Semana Santa. Esa parte que cierta izquierda, ahora, pretende ocultar en un trágala de las ceremonias eclesiásticas.

a) ¿Cuál es el origen de la Semana Santa?

Su génesis y conformación está estrechamente vinculada con la Iglesia católica, nuestra conquista y la posterior contrarreformavi. Manzano afirma sobre su origen quevii:

Las primeras manifestaciones de “penitentes” procesionando por las calles andaluzas las tenemos a principios del S. XVI. Muy pocos años después de la conclusión de la conquista de Andalucía por los Reyes Católicos, comienza una política de acoso a la población andaluza, mayoritariamente musulmana. Una Pragmática del 14 de Febrero de 1502 promulgada por los Reyes Católicos, incumpliendo las Capitulaciones con las que muchas ciudades andaluzas se sometieron a los Reyes de Castilla y Aragón a cambio de preservar su religión, propiedades, cultura y tradiciones, obligaba a los musulmanes a convertirse al cristianismo o a exiliarse, además de prohibir su ritos religiosos, escritura, idioma, baños, vestimentas, etc. A partir de este momento la Santa Inquisición vigilaba y perseguía a todos aquellos que incumplían la Pragmática, condenándolos a penas de muerte, castigos físicos, exilio…y a procesionar con la cabeza cubierta por un “sambenito” para escarnio popular.

En el Concilio de Trento de 1565 se reglamentan las procesiones, autorizando el procesionamiento de imágenes religiosas por las calles de ciudades y pueblos. En Andalucía, los primeros “penitentes” eran reos que de esta manera purgaban sus “penas”. Posteriormente se nutrieron de moriscos que intentaban congraciarse con las instituciones del invasor para no perder sus privilegios. En las procesiones cubrían su cabeza con el sambenito…

El hecho de que la participación popular andaluza sea extensa -como pueblo colonizado y perseguido secularmente por la Inquisición que debía mostrar públicamente su fe- no desdibuja su carácter de celebración católica sino que proporciona un magnífico caladero de “almas” para curas y obispos.

Más allá de las elucubraciones que la izquierda propagandista extraiga de la implicación de la gente de a pie, en la Semana Santa la Iglesia católica encuentra unos momentos de afinidad y complicidad que se repiten anulamente. Unas masas que asumen, aunque sea temporalmente, sus símbolos y su relato político-social. Aunque ya no lo haga para otros tránsitos vitales, el Vaticano tiene en la Semana Santa un momento de oro para influir sobre el Pueblo Andaluz cada vez a edades más tempranas.

bEntonces, ¿es una celebración católica?

Si es innegable su carácter popular, este no le quita ni un ápice de su manifiesta carga como celebración católica. La omnipresencia de la Iglesia en los rituales de la Semana Santa no se difumina por la participación popular sino que se engrandece, estableciendo una aceptación en torno a esta institución muy lejos de ser normal.

No puede ser normal porque la Iglesia ha sido un instrumento más, no solo espiritual sino también político, para la conquista y colonización de Andalucía. No vamos a referirnos a las seculares persecuciones que ha ejercido sobre el Pueblo Andaluz porque requeriría cientos de páginas. Baste recordar que a la altura del siglo XVIII todavía la Inquisición actuaba en Granada. En 1729 se inició un macro proceso que hizo pasar por este tribunal a 119 granadinas por “prácticas moriscas”viii. Y siguió juzgando a granadinas hasta, al menos, 1760. O el epistemicidioix que perpetró contra la cultura de la Andalucía recien conquistada que tuvo su cenit en la quema de miles de libros en la granadina plaza Bib-Rambla en 1502, organizada por el cardenal Cisneros.

El control ideológico que sobre las andaluzas ejerce la Iglesia ha llegado hasta el día de hoy. El caso de la condena a una feminista malagueña por la Gran Procesión del Santo Chumino Rebelde bajo la excusa de “ofensa a los sentimientos religiosos”x es un grano de arena en el desierto que conforman los cientos de centros educativos religiososxi que -sufragados con dinero público- adoctrinan a decenas de miles de niñas y niños andaluces cada día través de un profesorado elegido a dedo por las decenas de empresas y /o instituciones católicas que operan en nuestro país.

Y además, ha sido uno de los grandes terratenientes andaluces. En el siglo XVIII poseía el 17,7% de la superficie agraria andaluzaxii. Hoy sigue abierta la reivindicación por las inmatriculaciones que, en virtud de una modificación legislativa española, permitió que desde 1999 hasta 2015 la Iglesia católica se apropiara de 4.222 propiedades en Andalucíaxiii. Por unos escasos 30 € que le costó cada uno de los trámites en los registros de la propiedad, ha inscrito a su nombre la Giralda, la Mezquita de Córdoba y un sinfín de propiedades de todo tipo. ¿Cómo aceptar esta normalización anual de la institución eclesiástica que representa la Semana Santa?

c) La Iglesia católica ¿no es de derechas?

Decía Marx en su lucha contra el idealismo quexiv: “La vida social es, en esencia, práctica”. Y la práctica de la Iglesia católica que ya hemos abordado en el punto anterior determina, por tanto, lo que es. No toda la Iglesia han sido inquisidores ni sacerdotes al servicio de la oligarquía, aunque sí en su mayoría.

Quienes hablan de salvar o disputar la Semana Santa traen a colación -para los recalcitrantes como yo- la teología de la liberación con la intención de indultar en su conjunto a la institución. Una falacia en toda regla. Y si se hace por quienes no comparten ese paradigma, un ejercicio de oportunismo.

Pero cabría preguntarse a propósito de las andaluzas y andaluces que han formado parte de esta teología ¿qué actitud han tenido ante la Semana Santa? Movimientos como “Misión del Sur” se han sentido muy lejanos de esta celebraciones que Diamantino García, uno de sus principales intelectuales y dirigente del SOC, enmarcaba dentro de “una pastoral de cristiandad y consumo”xv.

Y no ha sido solo una adjetivación teórica. En Marinaleda, cuando llegan estas fechas se implantó hace décadas una Semana Cutural. He podido presenciar personalmente en varias ocasiones como -al paso una procesión por el parque donde se ubica la sede del Sindicato de Obreros del Campo (donde se realizan la mayoría de las actividades)- la respuesta era un discurso improvisado de su antiguo alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, en el interior de dicha sede. Un discurso reivindicando al “Jesús obrero” que preconizan y que hoy sería “considerado terrorista”, y denunciando los fastos y la riqueza que desprenden los pasos procesionales.

El proyecto desarrollado por la CUT en Marinaleda tiene muchas limitaciones pero, en este y otros aspectos, adelanta por la izquierda holgadamente a quienes quieren disputarle a la Iglesia unos rituales que nunca fueron suyos.

No obstante son prácticas interesantes, pero reducidas frente a la inmensidad del papel que juega la Iglesia en nuestro país.

Más allá de nuestras fronteras tenemos en América casos muy conocidos de curas guerrilleros como Camilo Torres. Pero Camilo murió, coherente con sus convicciones, combatiendo -fusil en mano- en la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Como también lo hicieron en el ELN otros tres sacerdotes aragoneses que no vieron la necesidad de disputarle a la Iglesia púlpito alguno.

Quienes plantean salvar o disputar la Semana Santa no manifiestan mayor interés que la re-significación de una celebración con amplia participación popular, cuando la prioridad debería ser la liberación misma de ese pueblo.

d) La Semana Santa ¿corre el riesgo de ser absorbida por la extrema derecha?

Desde posiciones pretendidamente progresistas nos proponen salvar o disputar la Semana Santa, insistiendo también en el riesgo del intento de absorción total que hacen los sectores católicos ultraderechistas de hermandades y cofradías.

En este sentido tenemos que considerar dos aspectos. El primero es que es un hecho absolutamente natural ya que actúan en un marco ideológico-político que les es propio, como ya hemos visto. El segundo es que esta lucha de las corrientes más reaccionarias por tener bien atada la Semana Santa ha sido una constante histórica. Usaron la Semana Santa para boicotear gobiernos que entendían hostiles a sus intereses (durante el Trienio liberal, durante la I República española y de 1932 a 1935 en el caso de la Semana Santa sevillanaxvi). También está documentado estos intentos en los años 80 del pasado siglo.

Se ubica dentro de la pugna entre las corrientes más o menos coservadoras de la Iglesia católica. Y no es extraño habida cuenta de que desfiles y cofradías han sido utilizadas (con poca o ninguna resistencia) para legitimar a la burguesía, los oligarcas y el fascismo. La lista de nombramientos honoríficos, imposición de fajines, hermanos mayores de honor…, sería muy larga. Baste con recordar, solo como ejemplo, que el criminal Queipo de Llano estuvo hasta 2022 enterrado en la basílica de la Macarena. Y no fue su Hermandad sino la ley de Memoria Democrática la que obligó a su exhumación. Allí había sido enterrado en 1951. El mismo Queipo que afirmó que en 1936 había actuado “con la fe puesta en la Virgen de la Esperanza”xvii.

La extrema derecha, como expresión política de la burguesía asustada, no necesita absorber la Semana Santa. La utiliza -y a quienes participan en ella- sistemáticamente cuando ve sus intereses en el más mínimo peligro.

f) Las hermandade¿son unos sindicatos primitivos?

Quienes nos animan a salvar o disputar la Semana Santa se atreven hasta a categorizar a las hermandades como una especia de sindicatos primitivosxviii. Si en algún momento de la Edad Moderna algunas hermandades pudieron jugar ese papel, el presente es bien distinto.

Cualquiera que hable con cofrades puede comprobar como, dentro de las hermandades, se reproduce la sociedad de clases en la que vivimos. Si la salida procesional implica un desembolso considerable para cualquier penitente, ser hermano mayor supone un privilegio solo al alcance de unos pocos bolsillos pudientes. Y lejos de representar las distintas clases sociales de forma armónica, reproduce el lugar y la visibilidad que cada cuál ostenta en la sociedad capitalista andaluzaxix.

En este sentido es imprescindible la reflexión que -desde posiciones socialdemócratas pero muy justas- hace Arenas Posadas sobre la obra social de las hermandadesxx:

Nada de lo que acontece en el núcleo duro de las cofradías se justifica con lo que llaman su “obra social”. Lejos de la propaganda, la obra social de las cofradías fue y sigue siendo escasa y selectiva; incluso nos propone, con evidente carga política, que sea a partir de la caridad, no de la justicia social, del Estado del Bienestar, del esfuerzo fiscal, como se resuelva el problema de la pobreza…

Más que la “obra social”, lo que constituyó y constituye la razón última de sostenibilidad del sistema cofrade es el clientelismo; pobreza y clientelismo se retroalimentan; en una sociedad como la andaluza donde la desigualdad es manifiesta y la rebeldía ha sido castigada incluso con el genocidio, no es extraño encontrar a quienes consideran que solo es posible sobrevivir, con una dádiva, un empleo, una recomendación, un favor, etc., a la sombra del poderoso.

Las hermandades son justo lo contrario de lo que debería ser un sindicato digno de tal denominación. Unos espacios que reproducen la sociedad andaluza de clases en su interior y usan el asistencialismo como uno de los pilares sobre los que asienta un orden social profundamente injusto.

g) Blas Infante ¿también molesta en Semana Santa?

Blas Infante es molesto, también, para quienes nos llaman a participar en las fiestas de la Iglesia para salvarlas de ella misma.

No deja de ser curioso ver como en un coloquioxxi sobre la Semana Santa donde se reivindicaba el confesionalismo regionalista del desaparecido Partido Andalucista y se jaleaba la labor continuadora (totalmente contraproducente para la causa de la liberación andaluza) de Adelante Andalucía en este sentido, se guardara un pesado silencio sobre el andalucismo revolucionario de Blas Infante.

Y es que el revolucionario andaluz tampoco dejó la espiritualidad al albur de las instituciones que nos oprimen. Realizó una crítica afilada de la II República por mantener relaciones con el Estado vaticanoxxii, calificó el papel del Vaticano como el de un “imperialismo político” y propuso en su candidatura a las elecciones de 1931 el fin del monopolio de la Iglesia católicaxxiii. Denunció, en innumerables ocasiones, el papel del catolicismo en nuestra conquista.

En un sentido más político-filosófico criticó el pensamiento de la iglesia occidental europea que afirmaba que “su reino” está fuera de este mundoxxiv y afirmó la necesidad de “traer el Reino de dios sobre la Tierra” con una revolución cultural que hiciera penetrar los valores comunistas en las conciencias del puebloxxv. Se situó, así, alineado con el ateísmo revolucionario que “rechaza que el poder esté fuera del ser humano”xxvi.

Y denunció -usando una parábola sobre un misionero católico en África- la moral eclesial que ignora que “la vida de la Posteridad es su propia vida renovada, y que trabajar por ella es prevenir: es trabajar para la propia vida en lo Futuro”xxvii proponiendo el culto a la “Vida-Dios”xxviii como producto social de un nuevo ser humano que se forjaría en la luchaxxix.

Es evidente que Blas Infante es profundamente incómodo también en Semana Santa a pesar de que su libro Reelección, donde desarrolló más ampliamente estas cuestiones, no ha llegado nuestro días. Incómodo porque sitúa sus concepciones sobre la religión más allá incluso del ateísmo reivindicando “un humanismo positivo de una sociedad en la que el ser humano sea prácticamente reconocido como el ser supremo”xxx.

h) Las fiestas vaticanas ¿tiene que ser pagadas con el dinero de todas?

Sorprende mucho que en un coloquio organizado entre gente progresista -y hasta soberanista- aficionadas a la Semana de Pasión católica no se hiciera ni una sola alusión a un aspecto tan material como el de quién paga la fiestaxxxi. En más de 90 minutos dos profesores de universidad y una periodista no encontraron tiempo para valorar este aspecto.

Y no es una rareza porque el lado pecuniario de estos días sirve siempre para ensalzar su celebración si hablamos de los negocios de la patronal hostelera, pero es mucho menos frecuente hablar de cuanto cuesta al erario público (ayuntamientos, diputaciones y otras instituciones) estas celebraciones.

Las hermandades son regadas con dinero público de forma constante. Año tras año las subvenciones con cargo a mantenimiento del patrimonio, actividades paralelas a las estaciones de penitencia o incluso a flores desvían una enorme cantidad de fondos públicos hacia unas instituciones confesionalesxxxii.

Hace unos días Moreno Bonilla anunciaba una ayuda de ocho millones de euros para “patrimonio religiosos y arte sacro”xxxiii. En este sentido no hay distinciones entre las fuerzas del Régimen. Si ponemos el ejemplo del Ayuntamiento de Cádiz podemos ver como esta “alcaldía del cambio” que era presidida por J.M. González “Kichi” gasto en 2021 la friolera de 120.000 € en subvenciones a las hermandades. Subvención que se aumentó en 2022 hasta los 127.000xxxiv.

i) ¿Qué ha conseguido el reformismo confesional?

En el apartado c) ya hemos hablado del accionar de una izquierda sociopolítica andaluza que reinvidica otra interpretación del cristianismo alejada de mantillas y peinetas. En cuanto al reformismo y al nuevo regionalismo su único plan -plegarse a la Iglesia con la esperanza de acaparar cargos institucionales- no les ha llevado a ninguna parte. Ejemplos sobrados hay en otras latitudes sobre este tipo de erroresxxxv.

El confesionalismo del que hizo gala Teresa Rodríguez haciéndose la foto en el Parlamento con la pulsera de una cofradíaxxxvi o legitimando las políticas nacional-católicas del Ayuntamiento gaditanoxxxvii no han impedido que sus resultados electorales bajaran, en las elecciones andaluzas de 2022, de 11 a 2 parlamentarias. Las subvenciones ya mencionadas del Ayuntamiento de Cádiz a las hermandades tampoco han evitado que las gaditanas desalojaran a Kichi del Ayuntamiento en 2023. El concejal de Palma del Río que se abstuvo en agosto de 2022 cuando se votaba si se nombraba a la Virgen “alcaldesa perpetua”xxxviii tampoco logró su acta en las elecciones municipales celebradas un año después.

Eso sí. Todos ellos han legitimado un marco, el de una sociedad confesional católica, que está en las antípodas de cualquier emancipación humana. No digamos de la liberación de Andalucía. Es el catolicismo y el confesionalismo quienes les han ganado la partida.

No hay nada parecido a la hegemonía gramsciana en estás posiciones. Este concepto, que fue utilizado primero por Lenin y que usó ampliamente el comunista sardo Antonio Gramsci, ha sido ampliamente tergiversado por el reformismo (que no es ni leninista ni comunista) para justificar su entreguismo. Y es que cuando Gramsci hablaba de hegemonía se refería a una estrategia para la conquista del poder por el proletariado y la revoluciónxxxix. Y las concesiones para conquistar la hegemonía las hace “el grupo dirigente” y “no pueden referise a lo esencial”xl.

Pintada en la calle Almirante Tenorio (Sevilla) tomada en 1936: «No queremos Semana Santa. Vivan los soviets»

j) ¿Es tarea de la Andalucía revolucionaria disputarle la Semana Santa a la Iglesia?

Esta pregunta final solo puede ser respondida, tras todo lo dicho hasta aquí, con un rotundo no.

La Iglesia católica ha sido uno de los pilares de la dominación y alienación del Pueblo Trabajador Andaluz no solo política, sino también psíquica. Tal y como sostiene Yinger “en determinadas circunstancias la religión está en condiciones de facilitar la solución al problema del orden… Mediante ritos y símbolos, mediante un sistema de dogmas, mediante sus enseñanzas sobre premios y castigos, la religión puede contribuir a formar individuos socializados que acepten los valores dominantes”xli. La liberación del Pueblo Trabajador Andaluz no será posible si se sostiene a una institución que, durante cinco siglos, ha soguzjado a las andaluzas.

En la sociedad capitalista actual “la precarización de la existencia multiplica la necesidad psicológica de encontrar un sostén en un fetiche general”xlii como la religión católica. Pero más allá de las creencias personales que pueda tener cada cual, que no son el tema de este artículo, la Semana Santa no es un elemento a disputar al Vaticano porque el objetivo de la Andalucía revolucionaria no puede ser otro que la conquista del poder para la clase obrera. Desde esta posición política, los cantos de sirena de quienes llaman a congregarnos en torno a los tronos “metiendo codo” en las filas de la ultraderecha eclesial, olvidan que la tarea primera y principal de las colonizadas es la descolonización.

Marx afirmaba que “la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”xliii. Pienso que no es la Semana Santa esa tradición que la Andalucía revolucionaria debe considerar. Personalmente me sitúo en la tradición de las luchadoras y luchadores por la liberación andaluza. La de los Federales que dejaron plasmada en la Constitución Andaluza de 1883 en su artículo 11 g) que se prohibía Mantener género alguno de relaciones entre la Iglesia y el Estado y que establecía en su artículo 12 que Andalucía no reconoce los votos religiosos. La del andalucista revolucionario Blas Infante que defendió la entrega militante de andaluzas y andaluces para construir ese paraíso del que hablan las religiones “sobre la Tierra”xliv. En la tradición de Lenin y Gramsci que estudiaban la hegemonía como forma de sostener el Estado obrero, no de retrasar su llegada indefinidamente a fuerza de hacer concesiones al Estado español, al Capital y a sus obispos.

Pienso que las tareas del Pueblo Trabajador Andaluz organizado y consciente son, tal y como ya ha señalado en múltiples ocasiones Nación Andaluza, avanzar hacia una Andalucía laica y libre en la que las instituciones de la República Andaluza no financien actos religiosos de ninguna confesión. Una Andalucía en la que los cargos electos o funcionarios no participen como tales en actos religiosos, donde la Iglesia católica devuelva la Mezquita de Córdoba y de todo el patrimonio robado por la inmatriculaciones eclesiásticas.

Quienes participan de esa tradición impuesta a sangre y fuego que es la Semana Santa, que lo hagan. Pero no nos pueden pedir a quienes luchamos por una Andalucía libre que nos dediquemos a disputarle a su Iglesia las celebraciones que organiza. Nuestra tarea no es salvar la Semana Santa, sino la liberación plena del Pueblo Trabajador Andaluz. Y en ese horizonte de futuro, a la Iglesia no le veo cabida por ninguna parte.

Carlos Ríos.

Granada, 25 de marzo de 2024.

Notas:

ihttps://www.elmundo.es/andalucia/2024/03/21/65fc4114fc6c83cf458b4570.html

iihttps://andaluciainformacion.es/andalucia/1609582/la-legion-vuelve-a-ser-objeto-de-atencion-en-la-semana-santa-andaluza/

iiihttps://laotraandalucia.org/denuncian-que-una-circular-de-la-consejeria-de-educacion-sobre-la-semana-santa-supone-una-imposicion-que-choca-con-la-aconfesionalidad-del-estado/

ivhttps://laicismo.org/juventudes-comunistas-de-sevilla-defiende-una-semana-santa-popular/124622

vhttps://www.diariosur.es/semana-santa/alberto-garzon-cofrade-20190413222758-nt.html

viIsidoro Moreno (1999), La Semana Santa de Sevilla. Conformación, mixtificación y significaciones, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, p. 12.

viihttps://www.lahaine.org/est_espanol.php/semana-santa-itradicion-o-imposicion

viiiEnrique Soria Mesa (2014), Los últimos moriscos. Pervivencias de la población de origen islámico en el reino de Granada, Valencia, Universitat de València,p. 175.

ixRamón Grosfoguel (2013), “Racismo/sexismo epistémico, universidades occidentalizadas y los cuatro genocidios/

epistemicidios del lago siglo XVI” en Tabula Rasa, Bogotá, n.º 19, p. 31-58.

xhttps://www.revistamongolia.com/noticias/el-cono-insumiso-sigue-condenado

xihttps://www.ecandalucia.org/nuestros-centros/

xiiJ. Carlos Ríos Martín (2017), “Vinieron a por todo. Conquista militar y sometimiento capitalista del Pueblo Trabajador Andaluz” en Desde Andalucía a América: 525 años de conquista y explotación de los pueblos, Granada, Hojas Monfíes, p. 29.

xiiihttps://www.larazon.es/andalucia/20210221/ghr5n6neivagnhy53gw3kskanu.html

xivCarlos Marx (1973), Tesis sobre Feuerbach, en Obras escogidas vol. I, Moscú, Progreso.

xvDiamantino García (1996), Como un diamante. Escritos de Diamantino García, Madrid, Nueva Utopía, p. 81

xviIsidoro Moreno (1999), La Semana Santa de Sevilla. Conformación, mixtificación y significaciones, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, p. 229-270.

xviiIsidoro Moreno, La Semana Santa de Sevilla. Conformación, mixtificación y significacionesop. cit., p. 210.

xviiihttps://laotraandalucia.org/teresa-rodriguez-se-posiciona-con-el-nacional-catolicismo-y-define-la-semana-santa-como-elemento-de-cohesion-de-la-sociedad-andaluza/

xixIsidoro Moreno, La Semana Santa de Sevilla. Conformación, mixtificación y significaciones, op. cit., p. 272.

xx https://vientodejustocambio.blogspot.com/2023/04/significados-y-re-significacion-de-la.html?m=1

xxihttps://www.youtube.com/watch?v=D4bKzMrUSMY

xxiiBlas Infante Pérez (1979), La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía, Granada, Aljibe, p. 52.

xxiiiBlas Infante Pérez, La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado Libre de Andalucía, op.cit., p. 53-54.

xxivBlas Infante Pérez (2021), La Dictadura Pedagógica. Estado actual del alma de la sociedad comunista, Granada, Hojas Monfíes, p. 76.

xxv Blas Infante Pérez, La Dictadura Pedagógica. Estado actual del alma de la sociedad comunista, op. cit., p. 67.

xxvi Iñaki Gil de San Vicente (2019), La libertad es atea, Bilbo, Boltxe, p. 290.

xxviiBlas Infante Pérez (2021), La Dictadura Pedagógica. Estado actual del alma de la sociedad comunista, Granada, Hojas Monfíes, p. 177-181.

xxviiiRicardo Morgado Giraldo (2011), “El pensamiento religioso y ético de Blas Infante en su libro Reelección y sus secuelas literarias” en Blas Infante inexplorado, Jaén, Universidad de Jaén, p. 293.

xxixRicardo Morgado Giraldo “El pensamiento religioso y ético de Blas Infante en su libro Reelección y sus secuelas literarias”, op. cit., p. 307.

xxxCelso Goldaracena del Valle (1994), Cinco teorías sobre la religión citado en Iñaki Gil de San Vicente (2019), La libertad es atea, Bilbo, Boltxe, p. 388.

xxxi https://www.youtube.com/watch?v=D4bKzMrUSMY

xxxii https://www.publico.es/politica/semana-santa-pp-cs-comprometen-andalucia-medio-millon-cofradias-deciden-politicas-memoria.html

xxxiiihttps://www.ideal.es/andalucia/moreno-anuncia-plan-ocho-millones-patrimonio-religioso-20240322143816-nt.html

xxxiv https://laotraandalucia.org/kichi-aumenta-en-7-000-e-la-subvencion-a-la-semana-santa-de-cadiz-en-total-127-000-e/

xxxvhttps://laotraandalucia.org/poder-evangelico/

xxxvihttps://www.diariodecadiz.es/semana_santa/Teresa-Rodriguez-Cigarreras_0_1565545526.html

xxxviihttps://www.lavozdigital.es/andalucia/cadiz/semana-santa/lvdi-semana-santa-cadiz-2021-teresa-rodriguez-no-puede-hacer-cambios-sociales-profundos-sin-tenerle-absoluto-respeto-y-devocion-202103311516_noticia.html

xxxviiihttps://laotraandalucia.org/la-virgen-nombrada-alcaldesa-perpetua-de-palma-del-rio-concejal-adelante-andalucia-se-abstiene/

xxxix Citado en Jose Antonio Egido (2013), ¡Manos fuera del camarada Gramsci!, Navarra, Templando el acero, p. 102-105.

xl Antonio Gramsci (2009), La política y el Estado moderno, Barcelona, Público, p. 115.

xli Citado en Iñaki Gil de San Vicente (2019), La libertad es atea, Bilbo, Boltxe, p. 26.

xlii Iñaki Gil de San Vicente (2019), La libertad es atea, Bilbo, Boltxe, p. 384.

xliii Carlos Marx (1973), El dieciocho Burmario de Luis Bonaparte, en Obras escogidas vol. I, Moscú, Progreso, p. 408.

xliv Blas Infante Pérez (2021), La Dictadura Pedagógica. Estado actual del alma de la sociedad comunista, Granada, Hojas Monfíes, p. 67.

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