La violencia contra los estudiantes estadounidense demuestra que su protesta por el genocidio en Gaza a tocado nervio

A veces estalla un incendio forestal que arrasa el paisaje. Se alcanza rápido un punto de inflexión. El cambio de fase convierte el hielo en un torrente furioso. Eso es lo que está pasando hoy.

En las breves dos semanas desde que los estudiantes de la Universidad de Columbia establecieron el primer campamento de solidaridad con Gaza -en el campus de Nueva York el 17 de abril- las protestas estudiantiles se han extendido a docenas de campus en Estados Unidos y otros países. 

Hoy en día hay edificios ocupados en campus universitarios de costa a costa, el último de ellos ha sido el Hamilton Hall de Columbia, rebautizado como Hind’s Hall en honor a una niña palestina de cinco años asesinada por las fuerzas israelíes en enero. Este mismo campus pasó a llamarse Nat Turner Hall cuando los estudiantes que protestaban contra la guerra de Vietnam ocuparon el edificio en 1968 durante una ola de protestas que se compara con lo que está sucediendo hoy.

Más de 1.000 estudiantes han sido arrestados en brutales acciones represivas policiales. Las escenas de policías marchando hacia los campus vestidos con equipo antidisturbios están llenando las redes sociales, comenzando con la represión policial de Nueva York que despejó el primer campamento en Columbia el 18 de abril.

Texas, California, Ohio, Georgia y otros lugares son testigos de cómo estudiantes y profesores son atados y arrastrados. a la cárcel. Está igualmente claro que la represión no sólo no logra detener las protestas; las está alimentando. 

El contraste entre este fuerte accionar contra los estudiantes y las pobres excusas que los administradores universitarios pretende justificar una represión demasiado evidente.De hecho, nada podría ser más revelador que la virulencia de las acusaciones lanzadas contra los estudiantes y la violencia con la que se responde a sus protestas. 

Hemos visto meses de protestas desde que estalló la guerra de Gaza, sin nada parecido a esta última reacción.  Netanyahu compara las protestas con las acciones nazis en las universidades alemanas en la década de 1930. y Cuando Biden afirma: “ Yo condeno estas protestas antisemitas”, está dando carta blanca a la represión policial. La oposición al genocidio la describe como “discurso de odio”.

El doble discurso orwelliano que califica de antisemitas unas manifestaciones en las que los estudiantes judíos desempeñan un papel importante es particularmente sorprendente. Según se informa, más 20 de los 100 estudiantes arrestados en Columbia son judíos.

“Elegimos ser arrestados en el movimiento por la liberación palestina porque nos inspiramos en nuestros ancestros judíos que lucharon por la libertad hace 4.000 años, Cuando la policía entró en nuestro campamento, nos tomamos de los brazos y cantamos canciones por los derechos civiles que muchos de nuestros antepasados cantaban en los años 1960. Pertenecemos al activismo judío progresista que ha trabajado más allá de razas, clases y líneas religiosas para transformar nuestras comunidades” dice una declaración de los estudiantes judios-

Las fuerzas proisraelíes están aterrorizadas por la pérdida de apoyo entre los jóvenes. Hace algunos meses, se filtró una grabación del director de la Liga Antidifamación, Jonathan Greenblatt , que decía: “. . . Tenemos un problema generacional muy, muy, muy importante. . . Todas las encuestas que he visto sugiere que esta no es un movimiento de izquierda o derecha. La cuestión del apoyo de Estados Unidos a Israel no es de izquierdas ni de derechas. El rechazo a este apoyo también es joven y viejo. . . También tenemos un problema con TikTok, un problema con la Generación Z”.

La reciente aprobación por parte del Congreso de una legislación que amenaza con prohibir TikTok si sus propietarios chinos no lo venden no debería sorprender. Muchos observadores señalan al lobby israelí como fuerza impulsora.

Perder a los jóvenes, especialmente en las universidades de primer nivel donde se está preparando a los futuros miembros de la élite, ya es bastante malo para los partidarios de Israel. Y sobretodo en la nación donde su apoyo continuo es vital para sostener las acciones militares israelíes. 

La participación de tantos judíos en las protestas está llevado al sionismo al límite. Creo que esta es una razón clave para la intensidad y falsedad de las acusaciones y la violenta respuesta policial. La participación de estudiantes judíos contra el genocidio debe ser cancelada, negada y vilipendiada.

A los estudiantes de todas las tendencias se les dice que no expresen su repudio si esperan mantener sus perspectivas profesionales. Se amenazan y se llevan a cabo suspensiones. 

Esto ocurre en una sociedad más estratificada que durante la ola de protestas de la década de 1960, porque hoy el ascenso depende más que nunca de una educación universitaria y las matrículas son significativamente más altas. Se ha requerido mucho coraje moral por parte de los estudiantes para montar campamentos y correr el riesgo de ser arrestados. 

Su decidida resistencia demuestra la profundidad de su indignación moral ante lo que están viendo en Gaza y da testimonio de su carácter. A pesar de todos los insultos que escucho contra los jóvenes, su valiente decisión proporciona esperanzas para el futuro.

Otra razón de la reacción de los administradores universitarios es que los estudiantes están golpeando donde más les duele: el bolsillo. Las universidades se han convertido en máquinas financiarizadas con grandes dotaciones invertidas en el mercado de valores. Las demandas estudiantiles de desinversión en Israel tocan una fibra muy sensible. 

Las amenazas de perder las contribuciones de los donantes pro-israelíes y de perder los contratos federales firmados por políticos pro-israelíes sacuden los cerebros reptilianos de los administradores cuya remuneración ahora está a la altura de la de sus pares del sector empresarial. Es simplemente demasiado para ellos.

Para saber si las protestas estudiantiles tienen algún impacto inmediato, es importante recordar una lección del movimiento de finales de los años sesenta. Hoy se sabe que ese levantamiento juvenil evitó un escenario horroroso. 

Daniel Ellsberg en su último libro, The Doomsday Machine: Confessions of a Nuclear War Planner, relata cómo el Pentágono proponía el uso de armas nucleares en Vietnam, pero las protestas convencieron a Richard Nixon que la bomba nuclear provocaría el caos en EEUU , por lo que archivó los planes. 

Doug Dowd, uno de esos estudiantes de la década de 1960, que visitó Vietnam del Norte durante la guerra, cuenta que los vietnamitas consideraban que el movimiento por la paz detuvo el uso de armas nucleares.  En su libro Blues for America: A Critique, A Lament, and Some Memories. se recoge los agradecimientos de los Vietnamitas al movimiento por la paz estadounidense.

Las ocupaciones de campus de 1968 condujeron a  protestas absolutamente masivas de 1969, en particular en  Washington DC donde, según Daniel Ellsberg, se produjeron los manifestaciones clave que persuadieron a Nixon. 

Ciertamente, las protestas de hoy están generando una intensa presión sobre la Administración Biden, y recuerdan cómo las protestas de 1968 llevaron a la derrota demócrata en las elecciones presidenciales de ese año. 

¿Podrían las protestas de hoy detener o reducir lo que sería un ataque absolutamente devastador contra Rafah, la última concentración de población en Gaza? ¿Podrían conducir a un alto el fuego? 

Es difícil saberlo, pero la exagerada respuesta policial a las protestas pone de manifiesto la profundidad de su impacto.

Los estudiantes, judíos y otros, están practicando una lección esencial de sabiduría: la compasión por el otro. Porque, aunque la mayoría de nosotros no se ve afectada directamente por lo que está sucediendo en Gaza, sí lo está a un nivel moral profundo que no puede permanecer en silencio. Todos debemos aprender esta lección y apoyar a los estudiantes saliendo a las calles.

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