Optar por la civilización para que no avance la barbarie – Izquierda Castellana

A nuestro entender, “el periodismo” en el Estado español y con pocas excepciones en el mundo occidental se ha convertido en un arma pura y dura de propaganda ideológico-política. No describe la realidad con un mínimo rigor, sino que su finalidad cada vez más exclusiva consiste en adaptar ésta a un relato preestablecido al servicio de los intereses del bloque dominante en el mundo bajo la hegemonía del imperialismo. La información sobre las últimas elecciones europeas es un exponente paradigmático de esa forma de hacer.

Unos datos puramente objetivos en relación con éstas son los que corresponden a la participación en los diversos Estados de la UE:

Croacia: 21,34%; Lituania: 28,9%; Bulgaria: 31,4%; Letonia: 33,82%; Eslovaquia: 34,38%; Chequia: 36,4%; Portugal: 37,5%; Estonia: 37,7%; Finlandia: 40,4%; Polonia: 40,6%; Eslovenia: 41%; Grecia: 41,4%; Países Bajos: 46,08%; Italia: 48,02%; España: 49,2%; Francia: 50,01%; Suecia: 50,6%; Rumanía: 52,04%; Austria: 55,8%; Dinamarca: 58,2%; Hungría: 58,5%; Chipre: 58,9%; Alemania: 64,8%; Malta: 72,8%; Luxemburgo: 82,3%; Bélgica: 89,2%

Tal como se puede comprobar, la participación en los Países Bálticos oscila entre el 28,9% de Lituania y el 37,7% de Estonia. Según vienen contando cada día los medios de comunicación, en los Países Bálticos la opinión pública está claramente orientada hacia el apoyo de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. No parece que estos datos confirmen dicha hipótesis, que más bien se correspondería con una participación masiva en las elecciones pasadas, ya que éstas se presentaron esencialmente como un plebiscito alrededor de la OTAN y la UE.

En general, la abstención fue la protagonista de las pasadas elecciones europeas. En el caso del Estado español, ésta fue del 51%, subiendo 11 puntos con respecto a las anteriores, a pesar de que las elecciones aquí estaban especialmente condicionadas por asuntos internos. En Francia y Alemania, la mayor participación (50,01% y 64,8% respectivamente) fue asociada a un incremento muy importante del apoyo a las fuerzas políticas contrarias a la guerra que impulsa la OTAN contra Rusia en Ucrania (son destacables los resultados del Rassemblement National de Le Pen en el país galo y los de la Alianza por la Razón y la Justicia de Sahra Wagenknecht en el germano). Tales resultados electorales han condicionado una crisis de gobernanza de primera magnitud en ambos Estados: en el caso de Francia, Macron intenta resolver esa crisis a través de la convocatoria de elecciones anticipadas para el 30 de junio y el 7 de julio; y en cuanto a Alemania, se salda con un bloqueo aún mayor de la alianza de Gobierno, que probablemente también aboca al país a una convocatoria de elecciones anticipadas.

Este proceso complejo y con múltiples aspectos se ha resumido aquí según la posición previamente acordada, con la siguiente conclusión: “Avance de la extrema derecha, aunque no tanto como se temía”. Similar análisis, por llamarlo de alguna manera, hacen los medios progres españoles de los resultados en el Estado: “Ha ganado el PP, pero el que realmente ha salido victorioso es Pedro Sánchez, porque solo ha perdido por 4 puntos” (y 701.781 votos).

La capacidad cognitiva de la gobernanza española y occidental en general está claramente deteriorada. Asistimos a una expresión del pensamiento senil del imperialismo -Biden es un exponente simbólico de ello-, que ha perdido casi toda su capacidad analítica y creativa a costa de reforzar su voluntad criminal y genocida, como se ve en Palestina y en Europa Oriental. Su única baza es el avance hacia la guerra global en los tres escenarios en los que ésta se desarrolla (a los dos anteriores hay que sumar el Mar Meridional de China). Pero aun en este proceso, los resultados, a pesar del carácter brutal e inhumano de su línea de acción, no están nada claros; al menos por el momento, desde el punto de vista político y militar, no están obteniendo resultados favorables. Utilizan todos los recursos de destrucción a su alcance para intentar obtener la victoria, pero no lo tienen nada fácil. Hay dos razones esenciales para ello. La primera es que han sembrado durante décadas una ideología individualista y narcisista que les dificulta movilizar a la sociedad para la guerra, lo cuál en este caso es positivo. En segundo lugar, que la propia “industria de guerra”, la industria de fabricación armamentística, está atravesada por el único fin de obtener beneficios económicos para el sistema imperialista, lo que condiciona que todo el equipamiento militar sea tremendamente caro a la par que inadecuado en múltiples circunstancias del conflicto.

Seguimos reivindicando la lucha para intentar frenar la globalización de la guerra, pese a que cada vez vemos con más dificultades el éxito de esa tarea. Desde el movimiento popular hay que asumir que hay que tomar posición en ésta, y que desde un punto de vista progresista no hay más opción que la incorporación eficiente al bando antiimperialista (que, además de ser el que más posibilidades tiene de resultar victorioso, es el que también tiene un contenido más claro a favor de la civilización).

Izquierda Castellana, 12 de junio de 2024

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